Hay jugadas que resumen un torneo entero. En la semifinal del Mundial Sub-20 entre Marruecos y Francia, un extremo zurdo, liviano y descarado, tomó el balón en la banda y empezó a dibujar recortes, amagos y fintas imposibles. Uno, dos, tres rivales caían a su paso como si fueran muñecos. Solo pudieron detenerlo con una falta contundente en el centro del campo, una patada que destilaba frustración acumulada de más de 90 minutos persiguiendo una sombra con el '17' a la espalda. Aunque lo parezca por la frescura de sus piernas, aquella acción tuvo lugar en la prórroga.